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Autocrítica constructiva
- Unidad es de lo que presume el PRI, pero carece de ella
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Juan Sánchez-Mendoza
Este día, justo al conmemorarse el octogésimo sexto aniversario de ser fundado el Partido Revolucionario Institucional (PRI), entre su militancia la palabra más recurrente sería ‘unidad’.
Y sobre ésta, dos de los ideólogos más distinguidos del tricolor –uno fue Jesús Reyes Heroles, y el otro Luis Donaldo Colosio Murrieta–, cada cual en su época y circunstancia acuñaron propuestas que todavía no se llevan a la práctica, pues sus ideas progresistas para muchos jóvenes de la nomenclatura partidista son (ya) anacrónicas; y para otros, los que aún forman parte del ‘jurásico’ (también se les conoce como ‘dinosaurios’) les resulta en lo personal más cómodo desestimar sus legados –que son tan importantes para la reactivación del membrete–, que revivir muertos, aun cuando para darle rienda suelta a su demagogia (cotidiana) se ‘cuelguen’ de estos.
Sin embargo sé que el pensamiento de ambos ideólogos será hoy la esencia de los festejos en el ámbito nacional, estatal y municipal, porque existe la necesidad de cohesionarse como familia partidista de cara a los procesos electorales (uno federal y 16 estatales), aunque en el fondo sus grupos de interés estén más divididos que nunca.
Y más cuando el disgusto poblacional asoma mayúsculo ante tantas reformas lesivas para la economía familiar.
Esto lo sabe bien el presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) priista, César Camacho Quiroz, por lo que en todos los escenarios quizá se rememore el pensamiento de sus homólogos en el cargo.
El veracruzano fue dirigente tricolor desde el 21 de febrero de 1972 hasta el 24 de septiembre de 1975 –durante el régimen presidencial de Luis Echeverría Álvarez–; y el sonorense, del 3 de diciembre de 1988 al 8 de abril de 1992, cuando Carlos Salinas de Gortari era el amo y señor de la residencia oficial de Los Pinos.
El revanchismo
Pese a ello, los dos también (en circunstancias distintas), desafiaron al primer magistrado de la Nación (en turno), proclamando que el Partido Revolucionario Institucional plasmara su postulado más importante: el de justicia social.
En respuesta –y ya fuera del CEN del PRI–, tanto Echeverría como Salinas, dedicaron cuanto recurso estuvo a su alcance para denostarlos.
De frente y a trasmano.
Tan es así que, a Jesús Reyes Heroles, ‘El diablo de San Jerónimo’ lo satanizó como dirigente priista, director general del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y en los años posteriores hasta el grado de en público acusarlo de alcohólico; mientras a Luis Donaldo Colosio Murrieta, ‘El innombrable’ y su séquito de cómplices –encabezados por la ‘materia gris’ de su régimen, el francés Joseph Marie Córdova Montoya–, tanto lo acosaron infamemente para renunciar a la candidatura presidencial, que, en lugar de debilitarlo, lo fortalecieron.
Ahí están los archivos periodísticos que no admiten dudas.
El primero sobrevivió la embestida, pero el 19 de marzo de 1985, en Denver (Colorado, EU) perdió su última batalla ante la cirrosis hepática y cáncer pulmonar que lo aquejaban, cuando contaba apenas con 63 años de edad.
Y el nativo del municipio Magdalena de Kino, fue asesinado vilmente en la populosa colonia Lomas Taurinas de Tijuana (Baja California), el 23 de marzo de 1994.
Días posteriores al pronunciamiento de estas palabras (emitidas el 6 del mismo mes):
“Veo un México de comunidades indígenas, que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso.
“De comunidades indígenas que tienen la gran fortaleza de su cohesión, de su cultura y que están dispuestos a creer, a participar, a construir nuevos horizontes.
“Veo un México con hambre y con sed de justicia.
“Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales.
“Como partido de la estabilidad y la justicia social, nos avergüenza advertir que no fuimos sensibles a los grandes reclamos de nuestras comunidades; que no estuvimos al lado de ellas en sus aspiraciones; que no estuvimos a la altura del compromiso que ellas esperaban de nosotros.
“Tenemos que asumir esta autocrítica y tenemos que romper con las prácticas que nos hicieron una organización rígida.
“Tenemos que superar las actitudes que debilitan nuestra capacidad de innovación y de cambio… Empecemos por afirmar nuestra identidad, nuestro orgullo militante y afirmemos nuestra independencia del gobierno (en sus tres niveles)”.
Pecado político
Corto resulta este espacio para evocar a los dos ideólogos.
Y, por esta misma razón, al festejarse (hoy) la fundación del partido, que en su creación se hizo llamar Nacional Revolucionario (PNR) y años más tarde de la Revolución Mexicana (PRM), sólo consigno algunos de sus enunciados.
Dijo Jesús Reyes Heroles:
“Todo partido requiere de idealismo, de tener grandes objetivos.
“Pero si ignora la realidad, si quiere encajar los hechos en las ideas que profesa, a más de caer en un trivial esquematismo, incurre en un pecado político imperdonable: el del dogmatismo.
“No es un fenómeno nuevo y no se trata de escamotear el conflicto generacional recurriendo a un viejo expediente: ofrecer posiciones… por convicciones…
“Luchemos contra aquellos realistas que, a nombre del realismo, condenan las ideas y los ideales. Luchemos contra aquellos que, por preservar la pureza de los principios, ignoran la eficacia de la acción.
“Luchemos contra los que, a nombre del orden, quieren la dictadura para oprimir. Eso sí, igualitariamente a todos. Luchemos contra quienes, a nombre de la libertad, quieren el desorden.
“Y vivimos tiempos que exigen pasos firmes.
“No peligrosos brincos.
“Somos el partido en el Gobierno. Pero no somos el Gobierno.
“Debemos ser la vanguardia del gran pueblo mexicano.
“Los hombres en el gobierno no pueden hacer todo lo que quisieran.
“La búsqueda de la eficacia los limita.
“La reciedumbre de ciertas realidades, la búsqueda de lo posible, el imperativo de la conciliación de quienes gobiernan para todos, y no para un partido, constriñen las aspiraciones de los hombres en el gobierno; o los obligan a actuar dentro del gradualismo.
“Un partido debe atraerse militantes. Un partido debe estar abierto a quienes quieran iniciar la militancia. Un partido que se encierra, que se estrecha, peca de rígido y acaba en la quiebra.
“Tan mala es la confianza en la férrea organización, como (mala) la confianza en la espontaneidad absoluta.
“La primera asfixia las inquietudes de los militantes; (y) la segunda, lleva al desorden. Tan negativo para un país es el unipartidismo absorbente y autoritario, como el pluripartidismo excesivo, disgregante y anarquizante”.
¡Vaya, enseñanzas!
Se hace camino al andar
*** Los candidatos priistas a diputados federales hoy rinden protesta en el Comité Ejecutivo Nacional.
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