Joaquín Herrera/Expediente Ultra Hidalgo
Al médico que iba a ser, solo le dio por curar al mundo atormentado con bromas y risas; vivió al límite, amado hasta el suicidio de bellas por su amor. Pero murió desilusionado, El Chaplin Mexicano. Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, o Mario Moreno Reyes, Cantinflas fue el Quijote del siglo XX, para tantos. Entre muchos de los suyos, incomprendido. Así es la vida…
Como nadie el Mimo de la Gabardina deshilachada alegró a México y al mundo envueltos en la pesadilla sin fin; el país de la Guerra Civil llamada “Cristiada” (guerra civil del gobierno intolerante, comecuras y el clero fanatizado). Fuera, la Guerra Civil Española y su coletazo en México; le seguiría la Segunda Guerra Mundial y la de Corea y…
Nada ni nadie pudieron arrancarle al Mimo sus sentimientos de soledad y amarguras que supo esconder burlándose de todo, pero más de sí mismo y haciendo reír como pocos. Su oculto pesar era por casos familiares, como confesaría en corto a sus allegados y al que escribe.
Amó hasta lo indecible –infiel- y lo amaron hasta el límite. Formó figuras en teatro y cine, y benefició a miles. En lo íntimo, Pocos se atreven a calcular cuantas bellas enloquecieron por él mimo; al menos tres belleza sin par, se cree, se suicidaron por él. Gozó la vida al límite en su edad adulta, tras una infancia y adolescencia lejana del amor paterno y la vida le negó la calidad de padre que él sustituyó a su manera con adopciones y paternidades tormentosas. Hoy su herencia enfrenta a sus descendientes legales pero une a sus fans como nada ni nadie.
Siempre lo persiguieron las sombras hasta su muerte que este lunes 20 México –el país que ya no será- suma años sin él.
A este mundo Mario Moreno Cantinflas, llegó (1911) cuando se desmorona la dictadura de Porfirio Díaz e irrumpía Madero y otro horizonte que no termina de contarse, ni entenderse, a un siglo.
Dos décadas después, este chilango de la Santa María la Redonda, es decir, la “frontera” con Tepito, pero al que la OEA nombró embajador de la Paz, lo descubre la vida como el filósofo de trabalenguas, veinteañero.
Su ágora son las carpas -México apenas salía de la hambruna; en los puros huesos, el costo de un millón de muertes; escaseaban lo teatros formales y estos se abrieron paso bajo lonas que hacía el papel de paredes y techos. Y había que hacer llorar o reír y gozar en tandas itinerante de barrio.
Mario abrió a México ese don reservado al ser humano, el que más da alegría de vivir, el de la risa. Fue allí en el arte escénico de cartón donde nació “Cantinflas” (“Cantas e inflas”) al arte escénico; era cuando la guerra cristera aún se hacía sentir en los 30-30 y las carrillera, hasta que las cambió por partidos políticos, cuando el “maximato” (gobierno extraconstitucional) entrara en su climaterio para dar vida al México de Cantinflas.
Tiempos en que el ingenio y la picaresca se desquitaban de esa farsa de la politiquería, como hoy; Plutarco Elías Calles y sus peles en el poder presidencial, de a mentiritas, eran el blanco de la picaresca: títere y titiritero, eran la comidilla en caricaturas y contados escritos; en los cafés nada daba tanto gusto a los que no tenían más de que reír. Fue a ese horizonte donde aterrizó la comicidad “blanca” de Mario. Nunca recurrió a los albures ni “malas palabras”.
Estaba en su plenitud la “ley” de Calles y Cárdenas y sus carteles de comecuras
Era la del “encierro, el destierro o el entierro”, según el tamaño de las palabras y los hechos.
Cantinflas irrumpía a un mundo hambriento de libertad, pero más, de reír. Su “frescura” rompía con el temor a todo, en tiempos en que hasta el cine rompía el silencio y pasaba de mudo a sonoro.
“Aquí vive el Presidente; pero el que manda, allá enfrente”, gritaba a su modo el grafittide entontes (al iniciar la década de Mario, los 30s) y ridiculizaba al falso gobernante, Pascual Ortiz Rubio y su “patrón” o “El Jefe Máximo de la Revolución”; lo de Venezuela o Cuba no son fenómenos nuevos. Y en ese mundo había poco de qué reírse, salvo de sí mismo, como hacía un veinteañero rey de las carpas.
Mario tenía poco de colgar la bata blanca –y con ella el sueño de ser médico, pero no suyo, sino de su padre- y optó por seguir su propio instinto. Ganarse el sustento lo hizo bolero, boxeador, taxista… ¿Qué no fue?
Y, claro, usted adivinó: por eso filmaría El señor doctor, El bolero de Raquel y ¿qué oficio no tuvo que abrazar antes, durante y después de adolescencia, por no plegarse a los designios del padre?
Ese después lo sorprendió de “carpero”. Su habilidad para hablar sin decir nada, empezaba a definir su perfil en esos foros entre paredes y techos de lona, desmontables como los circos, llamados carpas. No había más.
Mario Moreno nació al mundo cimbrado por la etapa armada de la Revolución Mexicana y al arte escénico, cuando terminó sus matanzas la mitad de México contra la otra mitad, en los años 30.
Bien pudo dejarse llevar por la corriente política. En su árbol genealógico figuran dos ex primeras damas: una lo fue como esposa del primer presidente no priista; la segunda, criada en Naucalpan, solo fue primera dama estatal. La muerte la sorprendió, años antes de que su entonces esposo, llegara a Palacio Nacional en 2012.
Las dos mujeres mencionadas, fueron cercanísimas a El Vaticano.
La primera mencionada tenía en su pariente y maestro, Marcial Maciel, la llave de La Santa Sede; y hasta le alcanzó para permitirle volverse a casar ante el altar, después de un matrimonio tormentoso con un veterinario de su tierra natal adoptiva, en Guanajuato.
La segunda, también tenía nexos con el obispo Guiza y Acevedo, tío de Cantinflas, que fue elevado a los altares.
Por eso el gobernador mexiquense –hoy Presidente de México- asistió con su esposa (finada) a la ceremonia en que se elevó a los altares a al obispo de Xalapa finado.
Mario siempre guardó discreción de algunos de sus familiares, porque asuntos religiosos suelen chocar con el oscuro mundo de las intolerancias, vestidas de libre pensamiento.
Pero Cantinflas sí se acercó a ese mundo, pero en el cine y se rodó (hasta en 1964) El Padrecito, con Mario, como el Padre Sebastián y Angel Garasa, como el Padre Damián.
De ese mundo pocos saben que Cantinflas tuvo un primo que fue la vergüenza de la familia.
Marcial Maciel, llegó a ser famoso por ser sobrino del (finado) obispo de Xalapa y director del Seminario de Tlalpan, DF, Rafael Guiza y Valencia. Fue perseguido por el ejército de Calles, y se exilió en media docena de países. Murió en el DF; no se le practicó autopsia. Algún día que su cuerpo fue exhumado en Xalapa, en 1951 se descubrió que el cuerpo estaba incorrupto y la población comenzó a adjudicarle milagros.
El parentesco de Marcial, fue la madre de Maciel, Maura Degollado Guízar y su padre, Francisco Maciel.
Siendo cura, Marcial tuvo parejas e hijo por aquí y allá. Solo está registrada en su curriculum, su hija Norma Rivas Baños.
Estuvo a punto de meterle trampa hasta a El Vaticano. Marcial Maciel fue un pillo de siete suelas, como decía en sus tiempos de embaucador, recién salido del seminario, en los años 40.
El Papa, Juan Pablo II, estaba convencido de que merecía ser santo a propuesta de los operadores de los Legionarios de Cristo, cuya fama de centro para depredadores pederastas le perseguirá por siempre.
Congregación católica de derecho pontificio fundada en 1941 en la Ciudad de México como un negocio que ha deslumbrado a El Vaticano, la Legión de Cristo, logró cerrar los ojos al pillo que acallaba denuncias con un río de dólares interminable. Más de una vez fue dado de baja como cura y regresó y regresó.
La presión de los medios periodísticos, que no autoridad alguna de la Santa Sede, obligó al final de su tiempo que se retirarán los hábitos para no poder impartir los sacramentos, pero sus defensores jamán han aceptado que Marcial merecería la prisión de por vida y El Vaticano no lo permitió.
¿Dónde, dónde hemos visto esto…Dónde?
Claro, la Legión de Cristo llegó a manejar 15 universidades 43 institutos de estudios superiores y 175 colegios con un alumnado total de aproximadamente 122 mil personas.
Seguramente ajenos a lo que fue el fundador de esta trasnacional de la educación.
Es de imaginarse que Mario ni loco quería tener cercanía con ese horizonte.
Líder de armas tomar, fundó la ANDA entre reyertas
Resulta impensable que el Mario Moreno, fuera de la pantalla, haya sido un líder radical. Cuando se fundaba la Asociación Nacional de Actores, enfrentó a la línea “roja” como le decían a las izquierdas de matones y todo. Hubo paros en que, cuentan, se vieron metralletas en manos de Jorge Negrete y otras figuras.
Los pleitos por el control del gremio, incluyeron paros en que los artistas se armaron con metralletas para tomar los estudios Churubusco, atizados por el ala radical, como la de Buñuel, secundado por Jorge Negrete.
Por eso se explican las primeras purgas, desde su fundación. En una de ellas, tocó la expulsión a Andrea Palma. Acusó a Negrete de haber intentado matarla, arrollándola con su auto. En un interrogatorio, cayó en contradicciones. No supo explicar por qué en la fecha y hora que dijo, Jorge estaba dirigiendo una asamblea de la ANDA.
Mujeres y amores que marcaron a Mario Moreno
Uno de sus amores hasta la muerte, fue el de su compañera en la carpa y esposa (se casaron en 1934) “Valentina Subarev”. Esa unión duró hasta la muerte –a pesar de amoríos de Mario- en 1966, en que el cáncer la venció, en un hospital de Texas.
En tanto los más tórridos romances de Cantinflas fueron con Miroslava Stern y Marion Roberts, casualmente, ambas se suicidaron por él.
El precio de la fama y poder en el arte escénico
A lo largo de su vida apuntaló a medio centenar de bellas. Incursionó en el reino del inglés, pero comprobó que no era el mejor escenario. En 1956, La Vuelta al Mundo en 80 Días, su debut estadounidense lo hizo ganar un Globo de Oro en la categoría de mejor actor de musical o comedia; actuó junto a David Niven. La revista Variety dijo que su calidad chaplinesca contribuyó al éxito de la película (recaudó 42 millones de dólares en taquilla). Mientras que Niven apareció como actor principal en los países de habla inglesa, Cantinflas lo fue en el resto de los países. Como resultado de la película, Cantinflas se convirtió en el actor mejor pagado del mundo.
La segunda película estadounidense de Cantinflas, Pepe, intentó replicar el éxito de la primera. La película incluyó apariciones relámpago o cameos, de Frank Sinatra, Judy Garland, Bing Crosby, Zsa Zsa Gabor, Sammy Davis Jr., Dean Martin, Maurice Chevalier, Janet Leight. Edward G. Robinson, Gary Cooper, Bobby Darin, César Romero, Debbie Reynolds y otras estrellas.
Fue Mario el primer Oscar para México.
El poder de Cantinflas era tal, que el gobierno federal cuidó la información de la muerte de Miroslava, en 1955, con información mentirosa.
Miroslava era de la (posterior) República Checa. Llegaron ella y su padre huyendo de Hitler. Murió al parecer envenenada, en marzo de 1955, se supone que en brazos de Ernesto Alonso, su mejor amigo. Solamente amigo, pues Alonso era homosexual. Pero se dijo que había perecido en un avionazo en SLP, otra versión es de que sí se suicidó pero que dejó una carta dirigida a un torero (padre de Miguel Bosé) de quien estaba perdidamente enamorada y se había casado…Opero de eso habían pasado nueve días.
Pero da la casualidad, que el mismo Alonso, fue quien fue el único ser que se encontraba al lado de María Félix, el día de su misteriosa muerte, que creemos fue suicidio, en Polanco, DF.
La versión de que fue por Mario, solo corrió entre los contados que sabía que Mario y Miroslava eran amantes, aunque él estaba casado en ese 1955.
Pero años después, Mario confesaría ante Jacobo Zabludovsky –centro delantero de las noticias- junto con Mara Patricia Castañeda ese su secreto.
De Marion Roberts, es otra historia: conoció a esta joven estadunidense, de 21 años, quien frecuentemente visitaba la capital mexicana y el encuentro fue como un click, instantáneo. En unos meses iniciaron un romance secreto. Marion se embarazó cumpliendo a Mario su anhelado de ser padre, dando a luz un varón. Decidió dejar al bebé a cargo de él y regresó a EU.
Cantinflas contaba a sus cercanos que le pagó 10 mil dólares para quedarse con el menor; sin embargo, tras un año, Marion se arrepintió y regresó por el infante, a lo que Cantinflas se rehusó. Fue tanta la depresión que le causó la negativa del actor, que ésta se quitó la vida.
La verdad en un escenario –como el de hoy- en que su herencia sigue en disputa a 22 años de su muerte, seguro que pasan a engrosar las medias verdades que terminan por ser leyenda, como el propio Mario y su azaroso paso por este mundo.