Chuchos, Chuchos… ¿otra ves?

La Tabula Rasa

Ulises Gómez de la Rosa

Militante de izquierda

¿Que no hay crisis en el PRD? Solo un ciego no podría verla, sin embargo las crisis sirven para renovarse, reestructurarse y reinventarse, pero hoy por hoy no solo hay crisis, hay desesperación, angustia y mucha especulación, tanta como la tiene el mismo gobierno federal de Peña Nieto, por el tema Andres Manuel López Obrador, que pone anticipadamente, como en sus años mozos de Jefe de Gobierno del Distrito Federal, la agenda pública a desarrollarse en los próximos tres años.

Los resultados electorales de este año ponen en una encrucijada a todo el sistema político mexicano, PRI, PAN, PRD, medios de comunicación, empresarios, líderes de opinión, académicos, intelectuales, ministros y gobierno en general en sus tres niveles, han puesto en sus agendas dar estricto seguimiento, y poner en su radar a todo lo que ocurra con el tabasqueño y su partido MORENA, la excepción por supuesto no es el PRD, al cual lo alcanzo la crisis AMLO mucho antes de lo esperado que a todos los demás.

Lo anterior se refleja en los hechos de los últimos dos meses. Evaluaciones, declaraciones y actuaciones han hecho que el Sol Azteca anticipe sus movimientos y se vea obligado a tomar medidas extra urgentes para no ser olvidado en los momentos previos al 2018 y mucho menos avasallado en el proceso electoral. La renuncia de Carlos Navarrete da cuenta de un primer momento, entre querer hacer lo correcto y lo éticamente conducente debido a sus pésimos resultados como Presidente Nacional, para así emanciparse del control de sus jefes políticos Jesús Ortega y Jesús Zambrano y dar paso a un relevo con mayor aceptación; pero las consecuencias no fueron medidas y el resultado de tal acción en lo interno fueron drásticas en su grupo y los descalabros que esto trajo consigo fueron mayores. El reclamo y la ira de Jesús Ortega no se hizo esperar, dado que esta decisión sí influyó de manera contundente y severa en la imagen de Nueva Izquierda, tanto que repercutió en la Coordinacion del Grupo Parlamentario del PRD en la Cámara de Diputados, la cual perdieron, dejando solo una posición de consolación a Zambrano, esto para no dar la impresión de un trato de rudeza innecesaria a la evidente disminución de poder de “Los Chuchos”.

Pero la crisis no paró ahí, una semana después se celebró el Congreso Nacional de Nueva Izquierda, y Jesús Ortega enfrentó a Navarrete al grado de desprestigiarlo frente a sus correligionarios, dejándolos, según él, en estado de indefensión frente a la renovación del partido, obligándolos a negociar el relevo y compartir el poder con otros grupos, sin darse cuenta aún de la profunda crisis en la que ellos mismos tiene sumido al PRD. La desvergüenza en sus declaraciones públicas y su aspiración a caudillo frustrada que tiene Ortega, no le dejaron ver de entrada que el momento que él mismo pidió en alguna ocasión a los jóvenes del partido cuando afirmó en una reunión: “que no iba a dejar nada mas porque se lo pidieran el liderazgo, que si los jóvenes lo querían que se lo arrebataran”; había llegado, pero ese momento arribó con mucha más fuerza de lo esperado. Su realidad de hoy debiera ser solo de acompañamiento y asesoramiento a nuevas generaciones, pero eso solo lo medio entendió al final de su Congreso Nacional cuando tuvo que anunciar su renuncia de la Coordinación Nacional de Nueva Izquierda, no sin antes lanzar una amenaza temeraria a todo el PRD, de que les tocaba como mínimo la Secretaria General del CEN; ¡Wow! un dinosaurio de corte izquierdoso que se niega a morir. No entiendo a este tipo de políticos que lo han sido todo y que son inmensamente ricos, les cueste trabajo entender que el mundo evoluciona y que su presencia ya no es necesaria al menos en los cuadros de dirección. Que su corriente no tiene el más mínimo derecho de exigir lo que se acabaron y que hoy existen condiciones para que surjan otros grupos o jóvenes o personalidades independientes que dirijan los destinos del PRD.

El desprestigio de “Los Chuchos” no aguanta un proceso mas, interno o externo, su imagen está asociada a la corrupción; al gandallismo de posiciones; a la opacidad en la rendición de cuentas; al impulso de sus esposas e hijos en sus carreras políticas en el PRD; a alternarse eternamente de Diputados a Senadores, de Senadores a Diputados (locales o nacionales) e incluso a Regidores, Gobernadores o Presidentes Municipales o en las Dirigencias Nacionales o Estatales del partido; al robo de elecciones; a pactar con el gobierno a espaldas de la militancia y de la sociedad; a arreglarse con el PRI y sus gobernadores en lo obscurito; a ser verdugos sin piedad y sin razón de la democracia y de los demócratas que quedaban en el partido; en suma a ser repudiados por una gran mayoría de perredistas y no perredistas a lo largo y ancho del país. Hoy no son la excepción, al inicio del Congreso Nacional del PRD se destapa la cloaca y salen a la luz publica los grandes negocios hechos al amparo de tener el control presupuestario del partido. Si, corrupción, corrupción y más corrupción los invade.

Lo más visible de todo este proceso se da coincidentemente a un año del hecho que empezó todo y fue origen de ese descrédito: Ayotzinapa es y seguirá siendo símbolo de descomposición política de nuestra dirigencia y de nuestros dirigentes que inició con activos de Nueva Izquierda; Ayotzinapa es génesis y Apocalipsis del PRD y como perredistas lo cargamos todos y todos fuimos consecuencia de este terrible hecho. ¿Que no hay crisis en el PRD? Claro que la hay, seria de tontos no reconocerlo, pero es mucho más profunda en Nueva Izquierda, en la que hasta sus mismos integrantes piden, a gritos, la salida de viejos dirigentes, que su única función ha sido en los últimos diez años amasar fortunas.

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