Clase política alejada de lo esencial y cerca de lo caótico

Cesar Zafra Urbina

Hace un año iniciaron las campañas electorales. Los resultados ya los sabemos, en algunos casos, incluso los padecemos. En abril del 2015 se exhibió un rosario de promesas por parte de todos los candidatos. Las fuerzas políticas en busca de votos proponían cosas que sabían que nunca podrían cumplir. Pero es no importaba, se tenía que hacer lo necesario para obtener el voto y lograr el escaño o la silla en la Presidencia Municipal.

Hoy las administraciones llevan seis meses de gestión. Supuestamente ya pasaron por su curva de aprendizaje y ya tienen claro cuál será la ruta a seguir; sin embargo, en perspectiva, los que ganaron… ¿realmente entendieron el mensaje que la ciudadanía dio el día de las elecciones?

El proceso electoral se caracterizó por situaciones innovadoras como la equidad de género. La mitad de las posiciones deberían ser ocupadas por mujeres. Por sentencia de tribunales se dio cumplimiento y los partidos políticos tuvieron que “apechugar”.

Otra circunstancia fue el hartazgo de la ciudadanía. La gente cada vez cree menos en los partidos políticos. Las candidaturas independientes llegaron y regidores accedieron a través de esta vía.

El año pasado varios farsantes lucraron y se vendieron como próceres de la democracia apoyando candidaturas independientes. Partidos políticos nuevos ofrecían malabares de changos viejos. Los zánganos de siempre estaban a la caza de plurinominales de una manera desvergonzada.

Los aires de alternancia se respiraban. Prácticamente todo el Estado cambió colores. El mensaje fue que más allá de la propuesta, más allá de las siglas, la gente opto por quien sentían más cercano.

La cercanía con la sociedad no se basa en la identidad partidista. La gente cree cada vez menos en los partidos. Todos. Cada uno de ellos tiene una historia de decepción, opacidad y mal desempeño. El votante termina votando por el que siente menos malo. Optó por el que habla de manera más transparente y directa, por el que le trasmite un mensaje que se entiende o por el que por lo menos lo hace más claro.

El 2015 dio a conocer liderazgos que pesaron más que el partido que los postulaba. En el caso de Colón y Corregidora destacaron candidatos que se identificaban enormemente con la gente. Alejandro Ochoa y Mauricio Kuri daban la percepción de ser más candidatos ciudadanos, que candidatos fabricados en la incubadora partidista. Su resultado fue la muestra.

Para el 2018 las inercias persistirán. El ejercicio del poder desgastará y la percepción de que los partidos no representan a la ciudadanía se acrecentará. Será un error si los institutos políticos se encierran en la miopía de sus fanatismos. Será un error de los partidos persisten en seguir siendo omisos a las señales que día a día la ciudadanía emite. El reloj corre y la clase política peca con un pragmatismo opaco y torpe. Cada vez se aleja más de lo esencial y se acerca a lo caótico.

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