Reporteros, periodistas y comunicólogos convergen a diario buscando la nota política. Es legítimo indagar, investigar y buscar ser testigo de los sucesos ocurridos. Los representantes de los medios de comunicación se van forjando un nombre con base en su trabajo y su actividad también, en muchas ocasiones, el reflejo de la casa editorial o medio informativo que representan.
Los medios no necesariamente son imparciales. Cada uno tiene su identidad. Tienen sus propios intereses de generación y cobertura de información. Se manejan de acuerdo a sus propias inercias y objetivos, lo cual es también legítimo. Quien determina su credibilidad a fin de cuentas es el lector, radioescucha o televidente. El decide en última instancia el medio de comunicación de su preferencia.
Pero cuando un “periodista”, escondiéndose en el poder que le da una pluma y aprovechándose del espacio que un medio de comunicación le otorga, empieza a intrigar y a desinformar para poder obtener un beneficio personal es lamentable.
Hace unos días, un “pseudo líder de opinión” empezó a hacer ataques personales vía redes sociales a una Magistrada del Tribunal Electoral del Estado de Querétaro. Las denostaciones no eran basadas en el trabajo, sino en situaciones personales totalmente sacadas de contexto. Esto fue filtrado a los medios con la finalidad de dañar, no solo a la Magistrada, sino al Tribunal Electoral de reciente creación.
En realidad este tema no genera mayor relevancia ya que es equiparable al comentario de un troll mediocre en una red social. Lo lamentable es la integridad personal del “periodista” que genero esta desinformación y es que utilizo la buena voluntad de su pareja sentimental, para generar una nota tergiversada.
Resulta que en vez de defender la integridad de su pareja ante un supuesto abuso por parte de una autoridad, prefirió aprovechar la situación para fabricar una nota para su beneficio personal. No pudo ser caballero y defender a su novia, pero si exhibió su oportunismo para obtener cinco minutos de fama.