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Hipocresía partidista
Un muy buen ejemplo de cómo los mensajes o slogans de campaña de algunos políticos, como el “claro que se puede ¿apoco no?”, “por un Querétaro seguro”, o “quiero servir a los queretanos”, etcétera, no son más que una forma subliminal de manipular y engañar al electorado para obtener del poder beneficios personales, es lo que ocurre en el caso de la profesora panista, María García Pérez presidenta con permiso del municipio de Huimilpan, eliminada de la lista de candidatos a diputados federales por el PAN y designar en ese distrito a Eduardo Nava Bolaños, a pesar de tener según ella, los merecimientos suficientes.
Según la presidenta de Huimilpan, precandidata a diputada por el segundo distrito federal, que comprende además de su municipio, los de San Juan del Río, Amealco y Corregidora, impugnará ante la Comisión de Justicia de su partido la imposición de Eduardo Nava como candidato y amenazó con irse “hasta la última consecuencia” pues, explicó que los distritos II y III se habían acordado para candidaturas de mujeres, con el objetivo de cumplir con la equidad de género, por lo que decidió registrarse para participar por la vía de mayoría relativa.
García Pérez, que se dice muy institucional, se suma al descontento de muchos panistas porque no se están respetando ni los tiempos ni las formas. “Yo voy a proceder a la impugnación, no voy a quedarme de brazos cruzados, tengo que defender mis derechos, como panista, como política y porque es un derecho que a mí me corresponde, al cumplir en tiempo y forma”, expresó.
Mencionó que con la candidatura de Nava no se está cumpliendo con la cuota de equidad de género, y que es incongruente que el PAN infrinja las reglas que ellos mismos estipularon. “Vamos a seguir trabajando, a seguir en nuestra lucha diaria y a seguir adelante con la cara en alto, defendiendo los espacios que uno como mujer se gana trabajando porque sí se han dado resultados y no porque somos amigas o compañeras o comadres de alguien”, agregó.
Pero nada le ha valido. Y es natural que en una sociedad como la nuestra, donde reina el más fuerte, el poder que significan las presidencias municipales, diputaciones, senadurías, gubernaturas y la misma presidencia de la república, se reparte entre los de siempre y esta vez no le tocó a la panista, no por ser mujer sino seguramente porque no contó con la aprobación de quienes mandan y reparten el poder en ese partido.
O ¿de qué manera se explica que para cumplir con la famosa equidad de género que ordena la ley electoral, el PAN haga candidatas a diputadas a algunas mujeres en distritos que de antemano saben que van a perder, como pasa en varias de las demarcaciones del Distrito Federal, Querétaro y otras entidades del país donde habrá elecciones?
Como dato curioso, resultado de este desencuentro entre el panismo, es que la propia diputada local y ex presidenta municipal de Querétaro, Beatriz Marmolejo, arremete contra la dirigencia panista en el estado acusándola de “secuestrar al partido”, de “solapar y premiar” y acusar otros de sus compañeros panistas como Marcos Aguilar, de corrupción, de abuso de autoridad, de conflictos de intereses, de moches, de negocios con casinos, de espionaje, etcétera.
De todo esto, la lección que el pueblo debe sacar es que la verdadera salida para mejorar su calidad de vida y de acabar con la corrupción y la impunidad, entre otros muchos graves males que padece, no está en los políticos tradicionales ni en los partidos políticos, o cuando menos no en estos, pues si se golpean, se engañan y hasta se matan entre ellos mismos ¿qué le espera al electorado pobre, desunido y desorganizado?
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