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Murmullos tricolores del tiempo desperdiciado
Vicente Pérez
Un novel militante priista -Tonatiuh Salinas acusado de pasado blanquiazul, de pronto fue nombrado por el Dedo del Señor, presidente del otrora partido aplanadora; acusado en voz baja y alta, de favorecer el proyecto político de un grupo, los militantes lo llamaban a sus espaldas “Tonapan”, pero de frente tenían que hacer mueca de consentimiento a sus órdenes. Todos los criticaban, pero nadie lo enfrentaba.
Entre los militantes del Revolucionario Institucional había inquietud y zozobra: sabían que Tonatiuh Salinas estaba creando las condiciones para que el “Los Pepe Boy’s” -incondicionales del gobernador José Calzada- se quedaran con las candidaturas en juego -incluyendo la de gobernador- y apropiarse de la franquicia tricolor. Sentían que el mejor promotor de su rival, el Partido Acción Nacional, era Tona Salinas.
La gota que derramó el vaso, fue la circulación de una presunta lista de candidatos a diputados federales del PRI, en redes sociales, retomada en primera plana por el diario Plaza de Armas como un hecho consumado. La lista salió de la oficina del presidente del tricolor como forma de presión al Comité Nacional. Les salió el tiro por la culata.
De pronto, pasada la fiesta navideña -el 26 de diciembre- escribió Tonatiuh Salinas, en la nueva sala de prensa que son las redes sociales, que renunciaba a la dirigencia estatal del PRI, para tomar una chamba en el gobierno federal.
¿Cómo que un presidente del partido en el poder estatal y federal renuncia ya iniciado el proceso electoral, donde está en juego la gubernatura? Nunca dio visos de alejarse de la responsabilidad que el Dedo del Señor queretano le dio.
Simplemente, se aplicó la salida por motivos de trabajo -antes era de salud- por la puerta de atrás, que la hicieron muy ancha para que saliera inmediatamente y le pusieron 20 candados cuando salió, por aquello que quisiera regresar.
El lunes 29 de diciembre se respiró un ambiente diferente, al ser convocadas las fuerzas vivas del priísmo, para ungir al nuevo presidente estatal: Mauricio Ortíz Proal, quien ya no fue bendecido por el que está todavía en el poder, sino el que buscará refrendarlo: Roberto Loyola Vera.
El ambiente era diferente y lo resumió Alonso Landeros: “no veníamos porque no nos invitaban”. Muchas caras que se ausentaron durante la gestión de Tonatiuh Salinas, contrastaban con las de los incondicionales que ya se veían en las candidaturas: tenían caras largas y otros, de plano, prefirieron no asistir al ungimiento de Mauricio Ortíz.
Quien, a comparación de su antecesor, puede presumir que mamó priismo desde pequeño. Su padre, Fernando Ortíz Arana, hombre que estuvo a un fax de ser el candidato presidencial que sustituyera a Luis Donaldo Colosio, en aquellos aciagos días de 1994; fue presidente nacional, senador, asambleísta en el Distrito Federal y dos veces fallido candidato tricolor a la gubernatura de Querétaro.
En eso radica la fortaleza de su nombramiento entre los viejos y jóvenes militantes: no es arribista y pasó por varias responsabilidades dentro de su partido, como regidor y diputado federal.
Llegaron camiones -a la vieja usanza-, para demostrar que el priismo apoyaba al cachorro de Ortíz Arana.
Ahí estaban los pesos completos. Jesús Rodríguez, que le dio tiempo al tiempo para que las cosas se pusieran en su lugar y no necesitó más; Braulio Guerra Urbiola, que siempre fue diplomático e institucional; en representación del calzadismo, el secretario de Gobierno, Jorge López Portillo, que mostró que en esto de la política, no hay derrotas absolutas.
La cargada vino sobre Ortíz Proal, de todos lados, desde las organizaciones de ambulantes como la Francisco Villa, encabezada por Sergio Razo, hasta de las organizaciones desdeñadas por Tona Salinas, como el ONMPRI, encabezado por Dolores de la Torre, que sufrió y aguantó firme groserías y amenazas nada veladas de parte de él.
Llegó el cachorro, arropado por el senador Enrique Burgos, siempre aconsejándolo, como si de pronto el master Zen encontró la iluminación y eligió a su discípulo para que también encontrara el camino de la iluminación.
El mensaje de Mauricio Ortíz fue de reconocimiento al trabajo de los que lo antecedieron, de conciliación e inclusión con todas las fuerzas dentro del PRI. Ese fue el mensaje: este presidente no trabajará a favor de ningún grupo, sino entendiendo que todos caben y todos pueden recibir un pedazo del pastel en el 2015.
Hubo incomodidades: el líder de la CNOP, Juan José Ruiz, no se hallaba en el podium; nervioso y sudando estaba en primera fila. Posiblemente se le acabó el sueño de tener una candidatura plurinominal con este cambio.
Mauricio Ortíz tomó el control del PRI con el tiempo encima. Es construir acuerdos con grupos excluidos durante la gestión de Tona Salinas. Encontró un desorden y no se sabe si tendrá tiempo de poner la casa decente y preparar las huestes para enfrentar al ave azul.
Este es el principio del cambio de inercias dentro del PRI, pues aunque no estuvo, la presencia omnipotente en el Consejo Político fue la de su seguro candidato a gobernador y nuevo primer priísta: Roberto Loyola Vera.
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