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El ocaso de José Calzada: derrota electoral, transporte y espionaje
José Romero
Quien fuera calificado a punta de billetazos como “el mejor gobernador” del país, prospecto presidenciable, previo paso por la secretaría de Economía, y demás lisonjas que lastiman al periodismo y ofenden a la ciudadanía pensante, al inquilino saliente de Casa de la Corregidora, José Eduardo Calzada Rovirosa, se le “hace bolas el engrudo” al final de su mandato.
Hay quienes ya piensan en una despedida similar a la que los queretanos le dieron a Francisco Garrido Patrón, el primero de octubre de 2009.
Al igual que otros gobernantes, el caso más notorio es el de Vicente Fox, Pepe Calzada echó por la borda la popularidad con que arrebató la gubernatura al Partido Acción Nacional. Pronto se terminó la luna de miel, no solo con la población, sino incluso con la militancia de su partido, el Revolucionario Institucional.
En poco tiempo ha transitado largos trechos, que van de la altanería a la humildad y sencillez, para retornar a la petulancia del poder absoluto.
Nadie experimenta en cabeza ajena, y eso pasó con el mandatario saliente.
El triunfo en las urnas sobre Manolito González Valle, imposición de su antecesor como candidato panista, le obnubiló la mirada.
Rodeado de un hermético grupo de imberbes priistas, hizo a un lado a experimentados cuadros, los que lo llevaron al triunfo.
En 2012, los llamados “Pepe Boy’s” se apoderaron de las candidaturas… compartiendo la responsabilidad de la derrota.
Le arrebató el partido a la militancia, para entregarlo a sus discípulos, a pesar de que día a día mostraban que la política no se les da.
Contra las tibias voces de agachones, eso sí, experimentados priistas, envió a Tonatiuh Salinas, eterno perdedor cuestionado por su nula militancia y experiencia en las filas rojas, a cuidar el partido cuyo edificio incluso desconocía.
Arropó a un panista resentido, Héctor Samuel Lugo Chávez, inventándole un membrete campesino dentro de la CNOP, mostrándo su desdén por la comprometida CNC.
Engreído, no aprendió tampoco de sus errores en la última elección, imponiendo candidatos. Olvidó que en Querétaro es de sobra sabido, que “gobernador no pone gobernador”, empecinado, nombró heredero a Roberto Loyola Vera, expresidente municipal que nunca hizo “click” con los votantes.
Sus secretarios de Gobierno, jamás dieron el ancho: Jorge García Quiroz, el primero, destacó por su afición a las mujeres jovenes y esculturales, así como su afición a la copa.
Loyola Vera, pasó con más pena que gloria, siendo que la reestructuración del transporte público de pasajeros fue su tumba, a pesar de los miles de millones de pesos invertidos.
El actual número dos de la administración, pasa más tiempo escapándose a diferentes ciudades acompañado de “aventurillas”, enamorando mujeres, complaciendo a su hijo Ricardo al contratar a sus amigos en áreas donde se requiere conocimiento y experiencia, y negando los yerros de la administración, además de hacer y permitir que los “Pepe Boy’s”, vástago incluido, hagan pingües negocios aprovechando que son parte de la camarilla.
El espionaje burdo, y llamar “putarracos” a los críticos de la administración, merecen mención aparte. Luis Gabriel Osejo y Juan Antonio de la Isla Estrada, montaron un aparato que más que de espionaje es de chisme, donde mitómanos e impostores del periodismo, desfogan sus delirios.
Aconsejado por su vocero, Abel Magaña, olvidó agravios y pactó con directivos de medios de comunicación para desprestigiar a las cartas fuertes de Acción Nacional, Marcos Aguilar y Francisco Domínguez, quienes finalmente le hicieron morder el polvo de la derrota.
En la pasada elección, a Calzada Rovirosa no le importó su partido. Apostó sus canicas a mantener el municipio de El Marqués, donde tiene fuertes intereses económicos.
De acuerdo a informaciones periodísticas, Ricardo Carreño Frausto, Ricardo López-Portillo y Juan Carlos Espinoza, son propietarios de una aplicación de taxis similar a la de Uber, por lo que en días pasados, esta fue perseguida por la dependencia que encabeza López-Portillo.
Además, se da a conocer el gasto de más de seis millones de pesos en equipo de espionaje.
La derrota del siete de junio, sume en crisis al priismo, cuyos despojos se disputan los consentidos del calzadismo.
Así, se inicia la despedida de quien pagó, y muy bien, para ser elevado al Olimpo, el cual tendrá que conformarse con verlo de lejos.
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