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La falsa esperanza de las candidaturas “independientes”
Jerónimo Gurrola Grave
@jggrave
A lo largo de la vida democrática de nuestro país, los partidos políticos han entrado en un inevitable proceso de crisis y descomposición, muy pocos mexicanos creen ya en ellos, y nadie o casi nadie cree en los políticos. Al escuchar hablar del PAN, PRI, PRD, Morena, Partido Verde, Partido del Trabajo, Movimiento Ciudadano o cualquier otro partido, la población los asocia de manera natural con la corrupción, el soborno, la guerra sucia, enriquecimiento ilícito, lavado de dinero, el crimen, etcétera.
Y no podía ser de otra manera. Los mexicanos han visto durante toda su vida la falta de principios, honestidad y congruencia de la mayoría de los políticos, quienes en aras de tener y mantenerse en el poder han acudido a prácticas que involucran y corrompen a la misma ciudadanía, invitándola a eventos de campañas donde les hacen regalos, para los que contratan artistas y grupos musicales de moda, le compran el voto, y la contratan para cometer ilícitos como el relleno o robo de urnas en el día de la elección.
El pueblo sabe porque lo ha vivido, cómo tan pronto como los políticos llegan al poder se olvidan de él y de sus promesas, y conformados en pequeñas o grandes mafias reparten entre sus familiares, amigos y socios, las candidaturas a puestos de elección, sin importar si para lograr su objetivo es necesario crear algún nuevo partido o se tienen que aliar con la izquierda o con la derecha, dependiendo a qué partido pertenezcan. Sus principios, -si es que tienen-, los intereses y las necesidades del pueblo son lo de menos.
Derivado, pues, del desgaste del sistema de partidos que tenía el monopolio de la democracia y basados en el art. 35 de la Constitución Política, que establece el derecho fundamental de todo ciudadano para votar y ser votado para un cargo de elección popular, se propuso y se aprobó por el Congreso de la Unión, la reforma política electoral que, luego de su promulgación el 1 de febrero de 2014, reconoce plenamente las candidaturas ciudadanas o “independientes”, que ya puso en práctica el Instituto Nacional Electoral (INE) en la pasada elección del 7 de junio.
De 500 solicitantes que se presentaron inicialmente para contender por una candidatura, 125 salvaron los obstáculos del INE y solo 5 resultaron electos: Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, “El Bronco”, ex priista, ex presidente municipal de García, Nuevo León, a la gubernatura de ese estado. Manuel Clouthier Carrillo, ex diputado local panista, a diputado federal por 5º distrito con sede en Culiacán, Sinaloa, César Adrián Valdés García, ex priista y secretario particular de Heliodoro Rodríguez Calderón, a presidente municipal de García, Nuevo León, Alfonso Martínez Alcázar, ex panista, presidente municipal electo de Morelia y José Pedro Kumamoto, diputado por el distrito 10 de de Zapopan, Jalisco.
No han faltado quienes como el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, opinan que los candidatos independientes obligan a los partidos a modernizarse. Pero, ¿qué pasará cuando la gente se desencante de estos políticos “chapulines” por inconformidad o por maniobra, por caer en vicios, maniobras y actos de corrupción, iguales o peores? No nos engañemos, los candidatos independientes de ninguna manera son ni van a ser la salvación de los mexicanos, sino apenas una oportunidad de competencia de los partidos, que no va a redundar en que haya mejores políticos, en reducir la corrupción, el abuso de poder, el enriquecimiento con dinero público o los moches.
La figura de los candidatos independientes, pues, no es más que una válvula de escape diseñada ante el hartazgo y la desesperación del pueblo de México para intentar evitar un posible estallido social. Lo único que salvará al pueblo de la corrupción, el abuso del poder, la mediocridad y los malos gobiernos es su organización y su lucha consciente en un partido que verdaderamente represente y trabaje por sus intereses de clase.
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