- Arrancó la primera etapa del Tren Maya de Campeche a Cancún
- Innsbruck: si hubo incinerados. Se identifica al segundo normalista
- Se compromete Marcos Aguilar Vega, a la transparencia,
- Participa Gaspar Trueba en la entrega de reconocimientos al Mérito Laboral 2015
- Adán Gardiazábal entregó la unidad deportiva 3 de Mayo
- Mujeres indígenas pueden ser candidatas: Braulio Guerra
- Abarca y Pineda, la pareja que en un mes vio el fin de su suerte en Iguala
- Raúl Salinas es declarado no culpable de enriquecimiento ilícito
- Maestros de Guerrero afinan plan para boicotear las elecciones de 2015
- “No hay garantía de que mi sucesor no sea un estúpido”: Dalai Lama
Velatorio 1800
Augusto Sebastián García Ramírez
motel.garage@hotmail.com
No lo niegan. Me rio bajito. Sus rostros son evidentes. El Restaurante 1810 no es la algarabía de días pasados. Peor que un velorio. Se notan tristes. Se notan preocupados, los menos. Los más con el llanto trabado como una bola de pelos en la garganta. Muchos de ellos ya se veían en comunicación social. Hasta hoy se paró Víctor Aguilar, agacha la cabeza tratando de ocultarse de mí. Yo no tengo la culpa. Hasta el viernes pasado, y uniformado con playera roja con la leyenda Roberto Loyola Gobernador, seguro estaba que Roberto Loyola y Manuel Pozo iban a arrasar. “Estás loco, chino. Va a ganar el PRI. De mí te haz de acordar”. Hasta hoy se paró al 1810. Viste de azul. Envalentonado pregunta: ¿Verdad que a comunicación viene Vichique? ¿Verdad que se viene Vichique? Y se contesta envalentonado, pues aquí lo estaremos esperando. Y recalca, pues aquí lo estaremos esperando, volteando a ver a los suyos. Esta entre los suyos. Los que se sumaron a la guerra sucia. Solo falta Héctor Sinecio. Luis Gabriel se paró. Saludo a unos cuantos. Los pocos que notaron que se acercó a saludar. Desvió su camino. Tenía cita en el Chucho el Roto. Ya lo esperaban. El periodista preferido de Calzada no oculta su tristeza. Lo recibieron con un voto por voto, casilla por casilla. Se fue a su cita algo turbado. No quería que vieran la humedad repentina de sus ojos. Tampoco él quería ver la humedad de los ojos de ellos. El triunfo de Pancho Domínguez y Marcos Aguilar fue como una bala de cañón, aplastante y demoledor para Roberto Loyola, los priistas y muchos periodistas.
0 comments